Mitos de la vacunación

  • El movimiento antivacunas cobró impulso hace poco más de una década, a raíz de la publicación de un estudio clínico realizado en tan solo 12 niños que “mostraba” una asociación entre la vacuna del sarampión y el autismo, sin embargo, dicho artículo fue refutado con base en datos y estudios científicos (uno de ellos con más de 90,000 niños estudiados) demostrando de manera tajante que no hay ninguna asociación entre dicha vacuna y autismo.1

¡IMPORTANTE!

Los datos que presentan las personas que niegan los beneficios de las vacunas carecen por completo de evidencia científica, y no hay que olvidar que gracias al éxito de las vacunas la gente dejo de morir por enfermedades comola viruela, la difteria, la poliomielitis o el sarampión por mencionar algunas.1

Hace poco más de una década el movimiento antivacunas cobró impulso, a raíz de la publicación de un estudio realizado en tan solo 12 niños que “mostraba” una asociación entre la vacuna del sarampión y el autismo.

Dicho artículo y su autor principal perdieron credibilidad por distorsión de los datos presentados y refutado por más de una docena de estudios científicos (uno de ellos con más de 90,000 niños estudiados) que demostraron de manera tajante que no hay ninguna asociación entre dicha vacuna y el autismo.1 Por esta razón a continuación vamos a abordar algunos de los principales mitos y conceptos erróneos atribuidos a las vacunas.

 

VACUNAS E INMUNIZACIÓN: MITOS Y CONCEPTOS ERRÓNEOS

MITO 1

Las enfermedades estaban desapareciendo antes de la introducción de las vacunas debido a una mejor higiene y saneamiento.2

REALIDAD

Ideas como esta son muy comunes y tienen la intención de sugerir que las vacunas no son necesarias.2

Sin duda, la mejora de las condiciones socioeconómicas ha tenido un impacto indirecto sobre las enfermedades.

Una mejor nutrición, el desarrollo de antibióticos y otros tratamientos, ha aumentado las tasas de supervivencia entre los enfermos; la reducción del hacinamiento ha reducido la transmisión de enfermedades; y tasas de nacimientos más bajas han disminuido el número de contactos susceptibles entre las familias y la comunidad. 2

Sin embargo, observar la incidencia real de la enfermedad a lo largo de los años puede dejar pocas dudas sobre el impacto directo significativo que han tenido las vacunas, incluso en los tiempos modernos.2

Por ejemplo, dado que el saneamiento no es mejor ahora que en 1990, es difícil atribuir la virtual desaparición de enfermedades como Haemophilus influenzae tipo b (Hib) en niños en los últimos años en países con vacunación sistemática contra Hib a cualquier otra cosa que no sea la vacuna. (antes de la vacuna, se daban 20,000 casos al año, en 2020 solo se presentaron 11 casos: ¡una reducción de >99%! Gracias a la vacunación).2,3

 

 

MITO 2

¿La vacuna contra la Hepatitis B no funciona.2

REALIDAD

  • La incidencia de hepatitis B no ha disminuido tanto porque los bebés vacunados en programas de rutina no estarán en alto riesgo de contraer la enfermedad hasta que sean al menos adolescentes.
  • Por lo tanto, se puede esperar un desfase de 15 años entre el inicio de la vacunación infantil de rutina y una caída significativa en la incidencia de la enfermedad.
  • La vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib) tuvo un período de retraso similar. La enfermedad por Hib prevaleció hasta principios y mediados de la década de 1990, cuando finalmente se desarrollaron vacunas conjugadas que se pueden usar para bebés.
  • La vacuna de polisacáridos disponible anteriormente no se podía utilizar en lactantes, en los que se producían la mayoría de los casos de la enfermedad.2

 

 

MITO 3

Las vacunas pueden causar efectos secundarios graves e incluso la muerte.2

REALIDAD

  • Las vacunas son muy seguras, a pesar de las implicaciones contrarias en muchas publicaciones antivacunas. La mayoría de los eventos adversos de las vacunas son leves y temporales, como dolor en el brazo o pierna y ligero aumento de la temperatura (fiebre leve).
  • A menudo, estos se pueden controlar tomando paracetamol después de la vacunación. Los eventos adversos más graves ocurren raramente (de 1/1,000 a 1/1,000,000 de dosis)
  • Otros efectos secundarios son tan raros que el riesgo no puede evaluarse con precisión.
  • Muy pocas muertes se pueden atribuir plausiblemente a las vacunas por lo que es difícil evaluar el riesgo estadísticamente.

Cada muerte notificada a los ministerios de salud se examina a fondo para evaluar si realmente está relacionada con la administración de la vacuna y, de ser así, cuál es exactamente la causa. Cuando, después de una investigación cuidadosa, se considera que un evento es un evento genuino relacionado con una vacuna, con mayor frecuencia se encuentra que es un error programático, no relacionado con la fabricación de la vacuna.2

Hacer una aplicación de una vacuna distinta a los lineamientos establecidos (por ejemplo, alterar el intervalo mínimo entre dosis; administrar la vacuna para una población a la que no estaba destinada; aplicación de 2 vacunas juntas [antigripal y COVID-19] pese a que no esté indicada la co-administración).4

 

 

MITO 4

La vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP) se relaciona con el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).2

REALIDAD

Esta creencia surgió porque una proporción moderada de niños que murieron de SMSL habían sido vacunados recientemente con DTP, lo que si es visto de manera superficial parece apuntar hacia una conexión causal. Sin embargo, esta lógica es defectuosa si se considera que la mayoría de las muertes por SMSL ocurren durante el rango de edad en el que se administran tres inyecciones de DTP, esperaría que las inyecciones de DTP precedan a un buen número de muertes por SMSL simplemente por casualidad. De hecho, cuando se realizaron varios estudios muy controlados durante la década de 1980, los investigadores encontraron, casi unánimemente, que el número de muertes por SMSL asociadas temporalmente con la vacuna DTP estaba dentro del rango que se esperaba que ocurriera en términos de probabilidades. En otras palabras, las muertes por SMSL se habrían producido incluso si no se hubieran administrado vacunas.2

En varios de los estudios, los niños que habían recibido recientemente una inyección de DTP tenían menos probabilidades de sufrir SMSL. La evidencia publicada no encontró una relación causal entre la vacuna de DTP y el SMSL.2

 

 

MITO 5

Las enfermedades prevenibles por vacunación han sido prácticamente eliminadas del mundo. ¿Por qué debería vacunar a mi hijo?2

REALIDAD

Es cierto que la vacunación ha permitido reducir la mayoría de las enfermedades prevenibles por vacunación a niveles muy bajos en muchos países. Sin embargo, muchas de ellas siguen siendo bastante frecuentes, incluso epidémicas en otras partes del mundo.

  • Los viajeros pueden llevar estas enfermedades a cualquier país, y si la comunidad no estuviera protegida por las vacunas, estas enfermedades podrían propagarse rápidamente por toda la población y causar epidemias ahí.2

Al mismo tiempo, los relativamente pocos casos que puede tener un país en la actualidad podrían convertirse muy rápidamente en decenas o cientos de miles de casos sin la protección que brindan las vacunas.

Por lo tanto, aún deberíamos vacunarnos por dos razones principales:2

  1. Para protegernos: incluso si pensamos que nuestras posibilidades de contraer alguna de estas enfermedades son pequeñas, las enfermedades aún existen y pueden infectar a cualquier persona que no esté protegida.2
  2. Proteger a quienes nos rodean: hay una pequeña cantidad de personas que no pueden vacunarse (debido a alergias graves a los componentes de la vacuna, por ejemplo) y un pequeño porcentaje de personas no responde (inmunológicamente) a las vacunas. Estas personas son susceptibles a las enfermedades y su única esperanza de protección es que las personas que las rodean sean inmunes y no puedan transmitirles la enfermedad.2

Un programa de vacunación exitoso, al igual que una sociedad exitosa, depende de la cooperación de cada individuo para asegurar el bien de todos.2

 

 

MITO 6

Administrar varias vacunas a un niño para diferentes enfermedades al mismo tiempo aumenta el riesgo de efectos secundarios dañinos y puede sobrecargar el sistema inmunológico.2

REALIDAD

Los niños están expuestos a muchos antígenos extraños todos los días. La ingestión de alimentos introduce nuevas bacterias en el cuerpo y numerosas bacterias viven en la boca y la nariz, lo que expone al sistema inmunológico a más antígenos.

  • Una infección viral de las vías respiratorias superiores expone a un niño a 4 - 10 antígenos y en el caso de faringitis estreptocócica a 25 – 50 antígenos.2

Esto es, los niños están expuestos diariamente a más antígenos en el ambiente que aquellos contenidos en todas las vacunas que reciben.1,2

De hecho, los datos científicos disponibles muestran que la vacunación simultánea con múltiples vacunas no tiene ningún efecto adverso sobre el sistema inmunológico infantil normal, ni tampoco aumenta el riesgo de tener más efectos adversos.2

 

 

MITO 7

Las vacunas contienen sustancias peligrosas como aluminio y mercurio.1

REALIDAD

Algunas vacunas necesitan la adición de adyuvantes, que ayudan a aumentar la respuesta inmune y permiten disminuir la dosis de bacteria o virus inactivado.

Las sales de aluminio no son el adyuvante más eficaz, pero se ha usado como tal durante más de 80 años y en miles de millones de dosis, precisamente por su seguridad.

  • En un día normal, respiramos, ingerimos o bebemos 30-50 mg de aluminio, más de 20 veces la dosis reglamentaria máxima contenida en una vacuna (0.85 mg).1

El timerosal es un conservante utilizado para evitar la contaminación por bacterias u hongos que podrían ser letales y cuyo producto metabólico es el etilmercurio, que es menos tóxico y se elimina más rápidamente (unos 7 días) que el metilmercurio (no usado en el desarrollo de vacunas).

Desde el 2001, la gran mayoría de las vacunas recomendadas ya no contienen timerosal, o contienen sólo trazas del mismo.

  • Una lata (180g) de atún blanco nos expone a mayores concentraciones de mercurio en la sangre (unos 69 µg) que una sola dosis de vacuna de influenza que contiene máximo 25 µg.1

El formaldehido es parte del proceso de fabricación de las vacunas y se encuentra en el producto final, aunque a concentraciones residuales mucho menores que las que se encuentran circulando normalmente en el organismo.

  • Hay más formaldehido en una manzana que en las vacunas contra la Hepatitis B, la DPT y la del polio juntas.1

 

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Referencias:
1. Sarukhan A. Cómo desmontar científicamente los 4 principales argumentos antivacunas. Instituto de Salud Global Barcelona. [Consultado el 07.10.21] Disponible en: https://www.isglobal.org/healthisglobal/-/custom-blog-portlet/como-desmontar-cientificamente-los-4-principales-argumentos-antivacunas/3098670/0
2. Vaccines and immunization: Myths and misconceptions. WHO. [Consultado el 07.10.21] Disponible en: https://www.who.int/news-room/q-a-detail/vaccines-and-immunization-myths-and-misconceptions
3. CDC. Comparison of 20th Century Annual Morbidity and Current Morbidity: Vaccine-Preventable Diseases. [Consultado el 06.10.21] Disponible en: https://www.cdc.gov/vaccines/ed/surv/downloads/VPD-morbidity-slide1-mmwr-508.pdf
4. Qué son los errores programáticos en vacunación. NeoMundo. [Consultado el 03.11.21] Disponible en: https://neomundo.com.ar/que-son-los-errores-programaticos-en-vacunacion